17 de mayo de 2009

Hay que mantener la balanza del equilibrio

''El hecho de observar las emociones que sentimos en el momento en que se producen dentro de nosotros por un estímulo externo - persona, cosa, hecho, circunstancia - es fundamental para nuestro autoconocimiento.
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Es lo que llamamos «la flecha de dos puntas». Es la capacidad de darnos cuenta simultáneamente del estímulo que nos está provocando una emoción negativa y de la emoción misma, distinguiendo cuál de ellas es la que nos está invadiendo. Este trabajo, realizado en el momento que se produce, nos da la oportunidad de disolver el efecto negativo del estímulo y de mantener la calma interior y exterior, sin necesidad de una represión que acumularía más carga emocional.

El esfuerzo consciente de darse cuenta exige el estar alerta psíquicamente, de lo contrario, la incapacidad de reconocer las emociones nos deja a merced de ellas. Este ejercicio se hace difícil al comienzo, pero la constancia en practicarlo da como resultado un equilibrio emocional envidiable. Nada se compara a la paz interior, la tranquilidad y la alegría de no ser esclavos de emociones negativas que destruyen la salud, amargan la existencia y pueden apresurar su término.

La consciencia de uno mismo nos da la posibilidad de ordenar nuestra vida afectiva; es fuente de automotivación y de dominio de sí, lo que redunda en creatividad, permitiéndonos lograr nuestros objetivos personales. También nos permite reconocer las emociones de los demás, lo que nos hace desarrollar empatía en nuestras relaciones con ellos, y, a la vez, impide que nos dejemos manejar por emociones negativas ajenas.

Lo interesante en esta búsqueda del equilibrio emocional es tener siempre presente que la mente intelectual y la emocional están en permanente interacción. El mantener el equilibrio entre la cabeza y el corazón nos facilita alcanzar la paz interior, un don inapreciable en el mundo en que vivimos. Sin este equilibrio, es prácticamente imposible ser eficiente en el trabajo, manifestar capacidad creativa, establecer gratas relaciones humanas, y mantener la tranquilidad en las innumerables situaciones conflictivas que nos toca vivir.

La certeza de que podemos hacer mucho en este aspecto - independiente de la edad que tengamos - abre un horizonte de esperanza sobre cómo ser y vivir mejor. Todos deseamos ser felices en un ambiente que nos proporcione paz y seguridad.

Podemos hacer mucho si empezamos a trabajar sobre nosotros mismos, tratando de superar toda emotividad negativa. Los primeros que agradecerán nuestro esfuerzo serán nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos y todos aquellos que se crucen en nuestro camino.''

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