21 de noviembre de 2012

No hables

No hables como ellos no lo eres, aunque quisieras. Para ellos sólo eres un bicho raro, como yo. Ahora te necesitan, pero cuando no sea así, te marginarán como a un leproso. Mira su moralidad, su ética es una gran mentira y se olvidan a la primeras de cambio, sólo son tan buenos como el mundo les permite ser. Ya veras cuando las cosas se tuerzan, esos individuos civilizados se matarán entre ellos. Yo no soy un monstruo, sólo voy un paso por delante

20 de noviembre de 2012

La toalla

Una toalla es el objeto de mayor utilidad que puede poseer un autoestopista interestelar. En parte, tiene un gran valor práctico: uno puede envolverse en ella para calentarse mientras viaja por las lunas frías de jaglan Beta; se puede tumbar uno en ella en las refulgentes playas de arena marmórea de Santraginus V, mientras aspira los vapores del mar embriagador; se puede uno tapar con ella mientras duerme bajo las estrellas que arrojan un brillo tan purpúreo sobre el desierto de Kakrafun; se puede usar como vela en una balsa diminuta para navegar por el profundo y lento río Moth; mojada, se puede emplear en la lucha cuerpo a cuerpo; envuelta alrededor de la cabeza, sirve para protegerse de las emanaciones nocivas o para evitar la mirada de la Voraz Bestia Bugblatter de Traal (animal sorprendentemente estúpido, supone que si uno no puede verlo, él tampoco lo ve a uno; es tonto como un cepillo, pero voraz, muy voraz); se puede agitar la toalla en situaciones de peligro como señal de emergencia, y, por supuesto, se puede secar uno con ella si es que aún está lo suficientemente limpia.

Y lo que es más importante: una toalla tiene un enorme valor psicológico. Por alguna razón, si un estraj (estraj: no autoestopista) descubre que un autoestopista lleva su toalla consigo, automáticamente supondrá que también está en posesión de cepillo de dientes, toallita para lavarse la cara, jabón, lata de galletas, frasca, brújula, mapa, rollo de cordel, rociador contra los mosquitos, ropa de lluvia, traje espacial, etc. Además, el estraj prestará con mucho gusto al autoestopista cualquiera de dichos artículos o una docena más que el autoestopista haya “perdido” por accidente. Lo que el estraj pensará, es que cualquier hombre que haga autoestop a todo lo largo y ancho de la galaxia, pasando calamidades, divirtiéndose en los barrios bajos, luchando contra adversidades tremendas, saliendo sano y salvo de todo ello, y sabiendo todavía dónde está su toalla, es sin duda un hombre a tener en cuenta.

14 de noviembre de 2012

Si la cosa funciona

Es verdad. Si la cosa funciona, pues vamos a seguir con ella. Y si no funciona, pues nos planteamos por qué no funciona e intentamos que funcione...

2 de noviembre de 2012

Desconocidos

Aprovecho que la chica de ojos azules se levanta y va al baño. Estoy a cuatro mesas de la suya. Voy hasta allí. Empiezo a escribir una frase en cada página de su código civil. Relleno unas treinta hojas. Vuelvo a mi sitio. A los tres minutos llega ella. Se sienta. No tarda demasiado en darse cuenta de mi gamberrada y empieza a leer. Sonríe. Pasa las hojas sin levantar la vista. Me gusta que no trate de averiguar quien ha podido ser. Se centra en la historia. Noto que se acerca al final. Ya no sonríe. Noto como reprime una lágrima. Efecto deseado. Me levanto contento y me voy.
Otras noches, escribo frases y las mando a móviles desconocidos: "María ha tenido un accidente, está en coma". "¿Me sigues queriendo? tres noches sin que nada huela a ti, son demasiadas". "O tengo mis trescientos euros mañana, o te corto el cuello". Tecleo un número y espero las reacciones.