13 de mayo de 2009

Dispuestos a subir

El otro día leí, en un libro de aforismos, algo que decía así: "el hombre puede subir al pico más alto del mundo paro no puede vivir toda su vida allí".

Efectivamente, es necesario bajar de las más elevadas alturas para estar de nuevo presentes y dispuestos a subir. En todas las ramas de las actividades humanas sucede así. Cada experiencia que supone el alcanzar la verdad de nuestros límites físicos e intelectuales, nos hace experimentar la fe por volver a conseguirlo. Volver a conseguir la verdad de nuestros esfuerzos propios sin acudir a las mentiras en los momentos más difíciles y arduos que se presentan en cualquier proyecto o cualquier aventura.

Cuando hablamos de lanzarnos hacia las cosas más altas¡, no debemos creer que, por muy preparados que estemos o por mucha sabiduría que poseamos, es todo un "coser y cantar". Debemos, por el contrario, saber que en esas aventuras (cualesquieras que sean y del índole que sean) hay muchos momentos de soledad, muchos momentos de desilusión, muchos momentos de dudas que nos inclinan a pensar que son imposibles de alcanzar y que es necesario abandonar. Pues no. Yo no estoy de acuerdo. Abandonar es un momento inútil (a pesar de que podamos fracasar en el empeño),,, porque abandonar es un minuto de impotencia, un minuto inútil que nos deja arrinconados a pequeños logros insignificantes que no nos llenan ni un zapato de nuestra personalidad.

La gran diferencia que existe entre pasar la vida pensando en el éxito o pasar la vida trabajando para el éxito es total. Absolutamente verdadera. Todos los que triufaron en la búsqueda de sus sueños es porque los trabajaron durante mañana, tarde y noche y sin desmayo. Con una fe tan grande como para mover las montañas.

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