14 de mayo de 2009

¿Es el Infierno exotérmico o endotérmico?

¿Es el Infierno exotérmico (desprende calor) o endotérmico (lo absorbe)?

'En primer lugar, necesitamos saber en qué medida la masa total del Infierno varía con el
tiempo. Para ello hemos de saber a qué ritmo entran las almas en el
Infierno y a qué ritmo salen. Tengo sin embargo entendido que, una vez
dentro del Infierno, las almas ya no salen de él. Por lo tanto, no se
producen salidas. En cuanto a cuántas almas entran, veamos lo que dicen las
diferentes religiones: la mayoría de ellas declaran que si no perteneces a
ellas, irás al Infierno. Dado que hay más de una religión que así se
expresa y dado que la gente no pertenece a más de una, podemos concluir
que todas las almas van al Infierno.

Con las tasas de nacimientos y muertes existentes, podemos deducir que el
número de almas en el Infierno crece de forma exponencial.

Veamos ahora cómo varía el volumen del Infierno: según la Ley de Boyle,
para que la temperatura y la presión del Infierno se mantengan estables, el
volumen debe expandirse en proporción a la entrada de almas. Hay dos
posibilidades:

1. Si el Infierno se expande a una velocidad menor que la de entrada de
almas, la temperatura y la presión en el Infierno se incrementarán hasta
que éste se desintegre.

2. Si el Infierno se expande a una velocidad mayor que la de la entrada de
almas, la temperatura y la presión disminuirán hasta que el Infierno se
congele.

¿Qué posibilidad es la verdadera? Si aceptamos lo que me dijo Ana en mi
primer año de carrera ('hará frío en el Infierno antes de que me acueste
contigo'), y teniendo en cuenta que me acosté con ella ayer noche,
la posibilidad número 2 es la verdadera y por tanto daremos como cierto que
el Infierno es exotérmico y que ya está congelado. El corolario de esta
teoría es que, dado que el Infierno ya está congelado, ya no acepta más
almas y está, por tanto, extinguido; dejando al Cielo como única prueba de
la existencia de un ser divino, lo que explica por qué, anoche, Ana no
paraba de gritar '¡Oh, Dios mío! '.

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