12 de mayo de 2009

Antes de crear

Sabes?

Hace tiempo he querido escribirte. Una sencilla obra, un canto para alabar tu sonrisa. Sí, esa sonrisa que descubrí hace un tiempo atrás. Esa misma que hace ligero el ánimo, hace olvidar las penurias y contagia en mis labios otra tímida sonrisa.

Y también acompañar a esos versos, un homenaje a tus ojos. Aquellos que sostienen esa mirada atenta, a veces perdida en extraños campos, a veces mirando con expectante curiosidad.

Tal vez jugar un poco con los versos, alabar la tranquilidad que produce tu compañia, hacer homenaje al resplandor de tu presencia y hacer enfadar a uno o dos ángeles por echarles en cara lo comunes que lucen frente a tí. Sí, me encantaría ver la sonrisa que pondrías al leer eso. Aunque los aludidos no les parezca gracioso...

Quisiera emprender una cruzada en tinta, tomar mi pluma y bombardearte a versos. Proponerte una tregua para descansar, darte tiempo para leerlos, regalarte las gemas de gaia para variar, y pasear despreocupados por un edén desconocido descubierto de improviso.

Deseo que seas mi musa y, en cada jornada en que las penurias del viaje hagan insoportable el peso del alma en el cuerpo, dejar volar las palabras en papel evocando tu recuerdo, acariciar tu espíritu con estas agonizantes letras y ver el amanecer de mi vida en tu sonrisa gratificada.

Pero ese inspirado caballero andante ha muerto. Hoy lo reemplaza un cobarde que no quiere dejar volar su pluma por miedo.
Miedo a ser una vez un incomprendido. Miedo a tomar nuevamente un derrotero incorrecto. Miedo a sentir nuevamente esa sensación de agonía vital, ese descalabro del espíritu, ese abandono del cuerpo.

Quiero, pero mi espíritu dice no puedo. Deseo, pero es parte de un fantasma poseyendo este cuerpo.

Nuevamente la incertidumbre llama, pero ahora han de detener las heridas de viejos tiempos. Nuevamente he de evocar el silencio, pero esta vez sin siquiera convertirme en espectro.


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