17 de diciembre de 2009

¿Quien dijo miedo?

Cuando digo que tengo pánico a volar, nadie me cree. Cuando digo que cada vez que subo a un avión me pongo taquicárdica, nadie me cree. Cuando digo que me pongo tan nerviosa que hasta me tiemblan las manos, nadie me cree.
- "Pero si siempre estás viajando...", alegan algunos.
Cuando digo que en mi primer vuelo trasatlántico me colé en la cabina del piloto y lo abracé llorando y suplicándole que tomáramos tierra, nadie me cree. Cuando digo que se me duermen las manos y los pies hasta el punto de no tener manos ni pies, nadie me cree. Y, mira-por-donde, cuando digo que me he tirado a un azafato en un avión, todos me creen! Jodidas mentes pervertidas! Las azafatas y los azafatos me importan un bledo cuando estoy volando -volando yo? Viva la ley de la gravedad-. En fin, esta entrada va dirigida única y exclusivamente a las personas que tienen miedo a volar (que por desgracia no somos pocos), a los que no tenéis nada mejor que hacer en un avión que fantasear con los azafatos o azafatas, que os vaya de gusto, esta NO es vuestra entrada.

Remedios para no pasar miedo volando:

- Comer chocolate (altamente recomendable). En mi último vuelo Madrid-Barcelona comí más de 17 bombones de esos de chocolate con baileys. Acabé peda y gorda pero casi no pasé miedo.
- NO comer chupa-chups (aunque sean de chocolate). Ok, lo admito, hago propaganda hasta durmiendo, pero esto es serio, una vez casi me trago un chupa-chup a causa de una turbulencia.
- Leer, a poder ser un libro de tapas duras y hojas no-reciclables, pues como ya sabéis, el libro acabará empapado por el sudor de las manos. Luego, obviamente, habrá que re-leer las páginas leídas (el libro solo era la excusa para intentar pensar en otra cosa que no sea venirse a bajo -literalmente hablando-).
- Estudiar (no lo he probado nunca porque soy alérgica a ello) pero una vez una señora me dijo que se sacó la carrera volando. Aun no lo he entendido, pero bueno, le puso ganas la señora.
- Abrir y cerrar la mesita plegable compulsivamente (cuanto más oxidada la cerradura más cuesta, y por tanto, más entretiene). Me lo enseñó un niño muy lindo al que casi mato yendo a Roma. Buena lección, chavalín!
- Comer pipas o palomitas. Con cuidado, no se vayan a atragantar. La clave está en el tiempo que pasa uno pensando en ese trocito que se atoró en el paladar, en el diente, o en el peor de los casos, en la encía. No te daras cuenta y ya estarás tomando tierra!

Nada más que añadir, me voy volando!



[Extraido de un blog amigo]

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