2 de marzo de 2011

Ni Cocreta ni Croqueta

Cada día, cuando llego a mi casa, siento la angustia de abrir el buzón, de encontrar por fin la carta liberadora que me diga qué coño es lo que tengo que hacer. Esa carta, que de momento no llega, será mi vuelta al mundo real y a la vez será la que marqué bajo cuantos metros de tierra me van a enterrar. Me siento lo suficientemente fuerte como para excavar en la arena y salir a la superficie, no importa, pero lo que no soporto, de lo que estoy harto, es de ver, de intuir, que hay alguien que se ríe mientras sigue cavando mi fosa, y eso sí que me toca los cojones...

No hay comentarios:

Publicar un comentario