10 de junio de 2010

Recodos

Quien puede negar que la vida no está repleta de revelaciones inesperadas.Tras miles de combates en la arena, he llegado a entender por fin, que un hombre no aprende nada de sus victorias. En cambio el puro acto de perder me repercute en una gran sabiduría cuyo pronuncia menor es la de que se disfruta mucho más venciendo. Claro está… Es inevitable perder de vez en cuando, el truco reside en no convertirlo en algo cotidiano.
Poco puedo aprender de las premisas que guiadas por la lógica desembocan en resultados previstos, mi espíritu se nutre de los sucesos inesperados.


Yo solía sentir la arena escurrirse entre mis dedos. Solía ver otra curva más del camino quedarse atrás. Volvía a levantar una y otra vez la mirada por encima del horizonte intentando ver mi destino. Todas las edificaciones, todas las moradas acababan cayendo, desplomadas. Los obeliscos más sólidos, los inmortales, esos también acababan derribados. El tiempo lo come todo, sí. El tiempo pone las cosas en su lugar.


Hoy se como ver más claro, para ello sólo basta cambiar la dirección de mi mirada.

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