Nadie está exento, salvo el imbécil, de los bajonazos y nostalgias del alma.
Puede ser un instante o un millón de instantes en el que el espejo de la vida te la juega devolviéndote a un extraño al que detestas.
Confundidos por el ruido de los agoreros que anhelan nuestro naufragio, por envidia o por simple y puro aburrimiento, podemos llegar a dudar de nuestra valía en algún momento de nuestras vidas.
Sólo es cuestión de fe, valor y respeto por uno mismo el poder sacudirse de encima este problema.
Y muchas veces una buena imaginación es el mejor de los remedios
He tenido una terrible sensación de 'deja vu'. Con lo fácil que es poner un enlace...
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