9 de junio de 2009

AmistaD&LealtaD

Hubo un señor cruel y autoritario que, apoyado por legiones de valientes guerreros, conquistaba grandes territorios. Sus éxitos lo hacían crecer en poder y en reconocimiento, pero prestaba poca atención a la amistad y a la lealtad.
Sucedió que un soldado desobedeció una orden injusta del cruel señor. Lleno de ira por tal desobediencia, ordenó ejecutar al guerrero sin escuchar siquiera su defensa. Sin juicio y en absoluta indefensión, el condenado aceptó la muerte sin inmutarse, confiando en la tranquilidad de su conciencia que le decía que había hecho bien al desobedecer la orden del tirano.

- Antes que me corten la cabeza, sólo un deseo, pidió el condenado. Antes de morir, quiero despedirme de mis hijos, mi esposa, mis padres, mis hermanos y mis amigos, que viven en una ciudad cercana. Si se me conceden tres días iré a despedirme de mis seres queridos y luego regresaré para cumplir mi condena y mi palabra.

El tirano mandón, que escuchó la petición del condenado a muerte, no estuvo de acuerdo.

-No soy ningún tonto; si te dejo libre, huirás burlándote de mí y de la condena, no regresarás jamás.

Ante el asombro de todos, otro joven soldado que gozaba del aprecio del arbitrario juzgador, hizo la siguiente propuesta.

- Ocuparé el lugar de mi amigo durante los tres días que necesita para despedirse de su familia. Si no regresa a tiempo, yo moriré para que nadie quede burlado.

Más por lucir su poder que por otra cosa, el emperador aceptó. El rehén fue encadenado, mientras el condenado partió a caballo a despedirse de sus seres queridos.

Pasaron las horas y los tres días. El emperador ordenó preparar la ejecución tal como estaba acordado. El verdugo estaba a punto de soltar el golpe mortal, cuando como un rayo, llegó el condenado a cumplir su palabra y la condena. Los amigos se abrazaron efusivamente. Ante tales muestras de tan elevada nobleza y hombría, el cruel dictador se conmovió. Abrazándolos, los dejó en libertad.

El retraso del condenado, según explicó él mismo, se debió a que su caballo se accidentó y murió en la loca carrera de regreso. Por fortuna, otro amigo suyo enterado de la urgencia del viaje, le proporcionó un nuevo corcel para que llegara a tiempo de salvar la vida del rehén.



La lealtad es un corresponder, una obligación que se tiene con los demás. Es un compromiso a defender lo que creemos y en quien creemos. La lealtad es un valor, pues quien es traidor se queda solo. Cuando somos leales, logramos llevar la amistad y cualquier otra relación a su etapa más profunda. Todos podemos tener un amigo superficial, sin embargo la lealtad implica un compromiso que va más hondo: es el estar con un amigo en las buenas y en las malas.

La lealtad es un valor que no es fácil de encontrar. Es, por supuesto, más común aquella persona que al saber que puede obtener algo de nosotros se nos acerque y cuando dejamos de serle útil nos abandona sin más

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