14 de octubre de 2009

Reflexion

Esperamos, se nos pasa la vida esperando, tener un buen trabajo, tener dinero, tener alguien a nuestro lado...de pequeños pensamos que todo eso siempre se hace realidad.
Vamos creciendo, y nos damos cuenta que la vida no es tan rosa como la pintaban; hay que esforzarse mucho para conseguir esas cosas, y lo hacemos, comienzas tus estudios, lo que será tu porvenir...y vas avanzando, llenando el resumen de tu vida de mil experiencias vividas, locuras, sensaciones, errores que duelen, que ya no podrán ser olvidados, relaciones fallidas, y otro tipo de relaciones dificiles de catalogar, pero con un factor común, NINGUNA DE ELLAS te satisface.
Vagas por la vida, esperando el milagro, el big ban de tu vida...y un día caes en la cuenta de que en todo ese proceso ya pasado e imposible de recuperar, la espera ha sido tu único motivo.
De que jamás has hecho lo que tú has querido, siempre pensando en los demás, para bien o para mal. Tú siempre quedabas en último plano.
Tratando de encontrar a la persona tan maravillosa que siempre imaginaste, y claro, venga a darte de ostias contra la dura realidad...Es imposible, no hay nadie perfecto, todo se basa en como te sientas estando con esa persona, ese sentimiento si tiene que ser perfecto. Acostumbramos a exigir demasiado, cosas que ni nosotros damos...
Pero el gran problema viene cuando las palabras ganan a las dudas, y ciertos hechos enloquecen la razón...ahí radica la hecatombe humana...y como humanos que somos, nadie está libre de todo esto.

Solo aquel que sepa colocar sus intereses en un buen lugar, con cierta sutileza mientras salva cualquiera de los millones de obstáculos del juego abandonando esa inútil espera y valiéndose de su inteligencia e intuición, dejando a un lado todos los demás seres será feliz.
Solo sus propios intereses y sus más grandes anhelos, apartando todo lo humano de sí mismo, quedando por encima de todo lo sentimental...

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