Sonreía cuando los hombres creíamos tener el control sobre nuestras vidas.
Ese fin de semana andaba muy ajetreado, era puente. Giró la ruleta para dictar los diversos accidentes, sus víctimas y sus supervivientes.
La carta más alta le salió al segundo, por lo tanto, él sería el hermano afortunado, al otro, nadie le agradecería nunca nada.
El destino lanzó los dados, un cuatro y un tres decidieron que niños nacerían en una familia acomodada y cuales morirían antes de los diez años en algún lugar donde nunca podrían jugar.
Juguete del destino
y todo es cuestion de tener suerte...
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