-Yo, por mi parte, nunca he elegido nada. Simplemente me dejo arrastrar. Pensará usted que estoy loco. O que soy un cobarde. No lo descarto, sin embargo...
-¿Sin embargo?
-Calle, calle. Estoy pensando.
-Piensa usted demasiado.
-Ya me acuerdo... quería decirle que no soy una calculadora.
-Es evidente.
-Actúo. No me queda más remedio. Como a todos.
-Pero hay que mirar al futuro, planificar...
-Cierto, cierto...
-Poner medios para lograr fines.
-Cierto, cierto, lleva usted razón...
-Tiene que madurar. Es inevitable y necesario.
-Lo sé. Sin embargo...
-¿Sin embargo?
-Calle, calle, ¿no ve que estoy pensando?
-Podría hacerlo mientras habla. Así es muy aburrido conversar.
-¿Quiere que me lance al vacío?
-A veces es bueno hacerlo.
-Quizá mañana. Hoy estoy cansado. Me duele la cabeza.
-Bueno...
-Me están empezando a sudar las manos.
-Estás nervioso.
-Siempre lo estoy. No es nada excepcional.
-Hay que solucionar eso.
-Lo siento, me voy a casa. Se está haciendo tarde. Adiós.
-No, espera. Usted era un guerrero, no se convierta en avestruz.
-No hay nada estable. Nada permanente.
-Aunque le cueste, hay que asumirlo.
-Usted no comprende las dimensiones de lo que le digo...
-Sí que comprendo. Usted es el que no comprende. Hay que dar un salto. Y decidirse. Y actuar en consecuencia. Y dejar de maldecirse. No sea ridículo.
-(a punto de llorar)
-Vamos, vamos...todo tiene solución.
-Con las ilusiones que se fabrica usted, no me extraña que viva tan despreocupado.
-Hay ilusiones que son vitales...
-Le envidio.
-Uffff
-¿Por qué resopla?
-Va a acabar mal.
-Voy a acabar como me de la gana. Qué sabrá usted. Valiente imbécil.
-Oiga, sólo trato de ayudarle.
-Tiene razón. Discúlpeme.
-Si quiere damos un paseo...
-No. Quizá mañana....
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