Pero no importa, porque cuando llegue el momento, me volveré a entregar, a creer, a confiar, volveré a dar de mí hasta el aliento. Me dejaré el cariño y la confianza por el camino, inundados de soledad y lágrimas.
Y resuenan los ecos de una amistad no tan lejana que parece importarme únicamente a mí.
Y nuevamente no podré arrepentirme de haberlo intentado de nuevo, aunque me duela. Porque ya se sabe, estas cosas nunca dejan de doler. Por muy escarmentado que esté, mi vida sigue siendo una estación de paso donde todos se apean...y se montan sólo cuando me necesitan.
Y de nuevo el sabor amargo en la boca por no entender.
Si de verdad no hay nada malo en mí...
... ¿por qué sigo quedándome tan sólo?
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