- Guardar la ropa en pilas con órdenes específicos (tamaño, color, y en el peor de los casos, alfabético).
- Tener ganchos negros y blancos para colgar específicamente la ropa de esos colores.
- Guardar los boletos de transporte público luego del viaje “por si acaso” (o por ser capicúas).
- Ponernos felices cuando las cosas suman números redondos o geeks (64, 128, 256, etc).
- Al subir escaleras, contar los escalones sin un buen motivo.
- Preparar un plan en caso de pandemia o invasión (en el peor de los casos, de zombies).
- Alinear constantemente nuestro teclado y alfombrilla de ratón.
- Limpiar el teclado, sinónimo universal de la procrastinación o tiempo de sobra.
- Cubrir cada cable visible de nuestra computadora y demás equipos (puntos extra si son dentro del aprato, donde nadie los ve).
- Pensar con qué pie queremos pisar el suelo al bajar una escalera.
- Contar los pisos mientras usamos el elevador.
- Preocuparse minuciosamente por la eficiencia del camino que elegimos para caminar de un punto a otro.
Expongo algunas de estas excentricidades para mostrar que no estamos solos en nuestra locura, y estén o no en la lista, muchas de las cosas que hacemos y no parecen tener sentido forman parte de nosotros y no deben ser reprimidas. En todo caso, son excelentes puntos para ser introspectivos y analizar el porqué de nuestros actos. Quizás nos sorprendamos en encontrar una explicación más profunda en esas pequeñas locuras que realizamos a diario.
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