Podemos encontrar razones debajo de las piedras, conformar
la realidad como nos plazca y sentirnos bien con ello.
Incluso si nunca podemos justificarnos y dejar de hablar del tema para siempre.
No encontraríamos otra cosa que hacer, sino seguir pensando. Refutando.
O distrayéndonos de una u otra forma, como en una sala de espera eterna. Mientras las hormigas marchan desahuciadas en aquel rincón que es su mundo. Uno de todos esos mundos posibles de conciencia intermitente. O un sólo mundo, en pedacitos...
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