La teoría del caos es un modelo teórico que intenta explicar el comportamiento de sistemas dinámicos que en principio parecen desarrollarse aleatoriamente con por ejemplo el comportamiento del tiempo atmosférico, proponiendo una nueva manera de estudiar y comprender la realidad. De este modo, la teoría de caos intenta otorgar una explicación tanto para modelos físico y matemáticos, como para gran parte de los fenómenos naturales, los que van desde la propagación de un incendio hasta la evolución de una sociedad.
Debido a lo anterior, es comprensible que las leyes de la teoría del caos estén encontrándose útiles para ser aplicados para su utilización en múltiples áreas de la ciencia, sobretodo, en los llamados movimientos caóticos, entre los que encontramos los movimientos de las partículas de los fluidos y la homeostasis, entre otras.
Esta teoría encuentra su origen a principios de siglo, cuando los físicos creían que ya no quedaba mucho por descubrir dentro de su campo de estudio. De lo anterior dedujeron que eran sólo tres las interrogantes que quedaban por dilucidar. Estos problemas eran la explicación de la órbita irregular del planeta Mercurio, la discrepancia entre la teoría y la cantidad de energía que libera un hoyo negro, y por último, el efecto de un tercer cuerpo en el movimiento de otro dos.
A medida que los científicos intentaban dar con estas explicaciones, distintas teorías comenzaron a surgir, del primer problema surgió la teoría de la relatividad, del segundo, la teoría cuántica y del tercero, la teoría del caos.
En términos generales, la teoría del caos, hace alusión a aquella tendencia general al desorden en la naturaleza, que es posible de ver cuando se rompe un vidrio o se cae un vaso de agua. Es importante destacar que este desorden o caos no implica confusión, por el contrario, este tipo de sistemas caóticos tienen como característica una gran adaptación al cambio, y por ende, gran estabilidad.
Un buen ejemplo del desorden mencionado lo constituye el tirar una piedra a un río. Una vez realizada ésta acción el cauce del río no se ve interrumpido. Si el río fuese un sistema ordenado, en el que cada partícula tuviera una trayectoria fija, entonces el lanzarle una piedra afectaría este orden, derrumbándolo.
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