Cada vez es más raro que te den de comer en un avión, al menos sin pagar, y la verdad es que tampoco es algo que echemos tanto de menos porque todos sabemos que la comida a bordo sabe como sabe, aunque vayas en «bisnes».
Pero… ¿Por qué sabe como sabe esa comida?
Pues según cuentan en Airline Food hay tres factores que influyen en ello independientes de lo que pague la aerolínea por el servicio de catering:
-El ruido blanco que nos acompaña durante el vuelo reduce hasta en un 30% nuestra capacidad para saborear la sal. En este sentido el A380 podría ser el avión en el que mejor sepan las comidas, pues es extremadamente silencioso, algunos dicen que incluso demasiado silencioso; de los turbohélices mejor no hablamos, aunque tienen sus cosillas.
-En condiciones de baja presión, y la presión de la cabina es casi siempre menor de la que estás acostumbrados a menos que vivas en una ciudad como Denver o Quito, se reduce la capacidad de apreciar olores y sabores.
-Además el aire de la cabina es más seco de lo normal, lo que unido a la baja presión hace que boca y garganta estén más secos, lo que también entorpece a transmisión de sabores a los receptores correspondientes.
De todos modos, ¿a quien le importa la comida a bordo cundo se puede mirar por la ventanilla?
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